Un suizo, una navaja (suiza, por supuesto), un cerdo y 300 días por delante en una isla desierta

lunes, 3 de agosto de 2009

Lo consiguió, Xavier acabó el mes pasado sano y salvo su aventura.

Hay gente que necesita retarse a si misma una y otra vez para conocer sus limites y si es posible atravesarlos, uno de estos seres es el hombre que nos ocupa, el suizo Xavier Rosset.



Con un equipaje digno de un Robinson 2.0 compuesto por una navaja, un machete, una videocámara, con un panel solar portátil para poder recargar las baterías y con la isla volcánica Tofua, un paraíso deshabitado de 64 km cuadrados de extensión, como destino, nuestro aventurero se lanzó a probar sus dotes de supervivencia durante 10 largos meses.

Esta aventura, que ha sido convenientemente registrada con su cámara y que acabará convertida en un documental, a pesar de estar pensada para un solo protagonista pronto vio como aumentaba inesperadamente su reparto al aparecer un pequeño espontaneo que se convertiría en su amigo inseparable.




Una cría de cerdo a la que no se pudo comer, según dice, por tener muy poca carne y que le acompañó en su aventura durante tres meses siguiéndole a todas partes como si de un perrito se tratara.



Los dos primeros meses fueron los más complicados, llegando a perder 18 kilos de grasa corporal que había tenido la precaución de almacenar como preparación previa al proyecto


"Durante este tiempo en solitario he tenido que adaptarme a la naturaleza. La naturaleza se convirtió en mi mejor amigo. Era ella quien me protegía, alimentaba y ayudaba en todo momento. Ella me ayudó a crecer y madurar como persona. Es muy difícil describir en palabras lo que experimenté."
"Hubieron momentos difíciles durante mi estancia en el otro lado del mundo. La falta de comida y agua durante los primeros dos meses cambiaron mi apariencia considerablemente"

Sin embargo, pasado este tiempo comenzó a desarrollar técnicas más depuradas de caza, pesca y recolección con las que quedo solucionado el tema del avituallamiento, hasta tal punto que llegó a confesar


"Pasaba la mayor parte del día sin hacer nada, mirando al enorme océano o a las mariposas del lugar. Ya tenía suficiente comida, así que se puede decir que me sentía como en mi hogar"



Para muchos estar a solas con uno mismo en un medio inhóspito, es uno de los retos más difíciles de superar, Para gente como el, por lo visto, vivir en una isla desierta acaba siendo pan comido.


Todo esto y más en su página web: xavierrosset.com

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