El sindrome del edificio enfermo

sábado, 5 de septiembre de 2009

En el ayuntamiento de la ciudad britanica de Rotherham estaban de enhorabuena a principios de la década de 1980, se acababa de finalizar un proyecto urbanístico de corte totalmente modernista que iba a ser todo un símbolo para la ciudad; estaban tan orgullosos de su edificio de oficinas, el Norfolk House, que incluso el propio ayuntamiento lo inscribió en un concurso de arquitectura.



Sin embargo al poco tiempo de inaugurar el edificio y de trasladar allí a los trabajadores algo empezó a ir mal, los empleados empezaban a manifestar jaquecas, sarpullidos, asma, nauseas, irritación en nariz y ojos, mareos y resfriados persistentes.

En menos de un año el 94 % del personal había desarrollado algún síntoma y la mitad de ellos había causado baja por unos síntomas que en su mayor parte, solo se manifestaban cuando la gente permanecía dentro del edificio.

Algo iba realmente mal.

Solo dos años después, en 1982, la OMS reconoce el Síndrome del Edificio Enfermo (SEE) como una enfermedad.

La lógica humana nos haría pensar que un edificio que provoca molestias a sus ocupantes ha de ser un edificio con una construcción descuidada, con materiales de baja calidad y probablemente ha de ser un edificio antiguo; sin embargo la realidad es bien distinta, los edificios a los que se atribuyen mayor indice de afectados de SEE son aquellos en los que se ha mimado hasta el más mínimo detalle, construcciones modernas con materiales lujosos tanto en decoración como en construcción.

La principal característica de estos edificios suele ser la ausencia de ventanas practicables, dejando toda la ventilación en manos de los sistemas de aire acondicionado, a los que se les suele mantener limpios con sustancias biocidas para exterminar hongos y bacterias. Otro ingrediente del cóctel es el estado nuevo e inmáculo de todos los muebles recién salidos de fabrica, las colas de la madera conglomerada, los disolventes y productos de limpieza de las moquetas y telas, las superficies recién pintadas van evaporando un sinfín de productos químicos que las ventilaciones mecánicas no expulsan correctamente del edificio; entre todos estos productos cabe destacar aquellos que usan formaldehído, un químico muy volátil y altamente alergeno, en su fabricación o limpieza. Por ultimo las pulsaciones de los tubos fluorescentes y los monitores de los ordenadores contribuyen a acrecentar el malestar de los afectados.
Incluso la simple colocación de una moqueta nueva puede ocasionar fatiga intensa e incluso afonía, como sucedió en el edificio de la Agencia de Protección Ambiental en Wasintong DC.

Hoy en día, la definición del Síndrome de Edificio Enfermo  ha quedado coloquialmente extendida, y además de hacer referencia al autentico SSE, su nombre se usa para englobar a todas aquellas patologías producidas por los edificios o sus mobiliarios en las personas que los habitan. 

En nuestro país uno de los casos más conocidos de afectados por este síndrome es el de la Sede Central de Gas Natural en Barcelona




Tras su inauguración en el año 2006, 273 empleados desarrollaron  lo que en realidad era Síndrome de Lipoatrofia semicircular, una enfermedad dermatológica leve que ocasiona una pérdida de tejido adiposo que se da generalmente en la parte frontal de los muslos, teniendo la compañía que llegar a cerrar su sede temporalmente para tomar medidas.

Estas medidas consistieron en aumentar el número de tomas de tierra por todo el edificio para minimizar el efecto de los campos electrostáticos  e instalar humidificadores para contrarrestar sequedad del aire.

PD: Esta entrada en ningún momento pretende ser un informe medico, su única finalidad es mostrar la existencia del SEE y a la vez. entretener al lector y al escritor, en caso de que haya encontrado esta entrada a través de un buscador y sospeche que padece la enfermedad, por favor, acuda a un medico.

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