Varios vecinos afirmaban haber visto a un demente por las calles y al comisario no le quedó más remedio que buscar al perturbado.
Con el transcurrir de las primeras horas, su búsqueda le llevan a el y a un montón de curiosos al matadero de la pequeña ciudad donde al fin encuentran a un pequeño hombre harapiento y aterrorizado, agazapado entre las reses del local.
Tras su asustada mirada se distinguían los inconfundibles rasgos de un indio nativo.
Tras intentar hablar con el y pedirle explicaciones por el alboroto de esa mañana la única respuesta es el silencio.
Lo intentan además de con el ingles, con el español y con las lenguas indias más habituales, pero lo único que consiguen es incomodar y excitar al desnutrido hombre.
El sheriff opta entonces por la salida más razonable que encuentra, que es encarcelarlo, en parte por evitar nuevas protestas de los ciudadanos de Oroville, en parte por la propia seguridad del mendigo.
Tras dos días en los calabozos del sheriff sufriendo un encierro que no comprendía, el indio es visitado por el profesor Thomas T. Waterman, antropólogo de la cercana universidad de California.
Esta visita es la que salva a nuestro amigo de acabar sus días en cualquier manicomio, el profesor viene cargado con mucha paciencia y sobre todo, cargado de libros con notas de los distintos dialectos indios conocidos, libros que abre uno tras otro recitando sin parar palabras sueltas, sin embargo, la pobre pronunciación del profesor en la mayoría de los dialectos, es también un obstáculo, como el mismo sabe.
El tiempo pasa con la incomprensión como única respuesta por parte del indio y ahora es el turno de la lengua de los yana, el profesor comienza a recitar una vez más un sinfín de palabras y cuando pronuncia la palabra siwini (pino amarillo) la cara del indio se ilumina y repite una y otra vez siwini, siwini, siwini! señalando las maderas que formaban el catre de su celda.
El indio resultó ser el ultimo superviviente de los yahi, rama de la tribu yana, del norte de California.
A partir de 1849, año de la fiebre del oro de California, el pueblo yana sufrió la violencia de los inmigrantes europeos. Más de 2000 en 1850, no eran más de una quincena en 1870.
Cuando rancheros y gambusinos inundaron California exterminaron indios de todas las tribus por millares.
Se creía que los pocos yahi supervivientes habían abandonado tiempo atrás su lengua y sus costumbres y su lengua y se habían incorporado a la nueva civilización unificadora, sin embargo un pequeño grupo de 50 hombres eligió seguir siendo libres y abandonaron su hábitat original adentrándose en el desierto con sus costumbres de la edad de piedra.
Estos hombres y mujeres fueron muriendo uno por uno devorados por el desierto hasta que solo quedó un individuo.
Al cabo de tres años de total aislamiento sin tener ningún contacto con ninguna persona, enloquecido de soledad y hambre, decide adentrarse en la civilización del hombre blanco. Era hora de cambiar o morir.
Apartir de aquella palabra que aun tenían en común los yahi y los yana y que por fortuna aparecía registrada en el libro de Waterman, este comenzó a descifrar el idioma del salvaje, pero por el contrario no logra averiguar el nombre del indígena puesto que en su cultura es tabú pronunciar el nombre propio.
Waterman decide entonces rebautizar al indio al que apoda "Ishi", que significa "Hombre" en yahi
Tras un tiempo a cargo de Waterman y su campanero en la universidad, el profesor Alfred Kroeber, Ishi es trasladado a Los Angeles donde se convierte en una celebridad adaptándose asombrosamente bien a la civilización del s.XX
Isi fue de gran utilidad para los antropólogos que rescataron gracias a el las costumbres y el idioma perdido de su tribu; por desgracia, esto no dura demasiado, aunque Ishi consigue sobrevivir a las costumbres del hombre blanco no lo hace a sus enfermedades . Muere en 1916 de tuberculosis, y su lengua y su tribu finalmente, mueren con el.
Fuentes en internet: 1, 2
A partir de 1849, año de la fiebre del oro de California, el pueblo yana sufrió la violencia de los inmigrantes europeos. Más de 2000 en 1850, no eran más de una quincena en 1870.
Cuando rancheros y gambusinos inundaron California exterminaron indios de todas las tribus por millares.
Se creía que los pocos yahi supervivientes habían abandonado tiempo atrás su lengua y sus costumbres y su lengua y se habían incorporado a la nueva civilización unificadora, sin embargo un pequeño grupo de 50 hombres eligió seguir siendo libres y abandonaron su hábitat original adentrándose en el desierto con sus costumbres de la edad de piedra.
Estos hombres y mujeres fueron muriendo uno por uno devorados por el desierto hasta que solo quedó un individuo.
Al cabo de tres años de total aislamiento sin tener ningún contacto con ninguna persona, enloquecido de soledad y hambre, decide adentrarse en la civilización del hombre blanco. Era hora de cambiar o morir.
Apartir de aquella palabra que aun tenían en común los yahi y los yana y que por fortuna aparecía registrada en el libro de Waterman, este comenzó a descifrar el idioma del salvaje, pero por el contrario no logra averiguar el nombre del indígena puesto que en su cultura es tabú pronunciar el nombre propio.
Waterman decide entonces rebautizar al indio al que apoda "Ishi", que significa "Hombre" en yahi
Tras un tiempo a cargo de Waterman y su campanero en la universidad, el profesor Alfred Kroeber, Ishi es trasladado a Los Angeles donde se convierte en una celebridad adaptándose asombrosamente bien a la civilización del s.XX
Isi fue de gran utilidad para los antropólogos que rescataron gracias a el las costumbres y el idioma perdido de su tribu; por desgracia, esto no dura demasiado, aunque Ishi consigue sobrevivir a las costumbres del hombre blanco no lo hace a sus enfermedades . Muere en 1916 de tuberculosis, y su lengua y su tribu finalmente, mueren con el.
Fuentes en internet: 1, 2
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