Pero para su disgusto, ese reconocimiento no fue obtenido por sus progresos y estudios sobre la presión atmosférica, sino que fue aclamado por su magia.
Unos años antes, en 1950, Otto von Guericke inventa la bomba de vacío basándose en los principios de la ya existente bomba de agua, solo que ésta, en vez de desplazar liquido remueve el aire; con este invento en su haber, ahora pretende ir un paso más allá y mostrar al mundo el poder de la presión atmosférica.
Decide entonces probar su poder con un recipiente al que se hubiera sacado el aire; para ello idea y construye una esfera hueca de cobre de 51 cm de diámetro, dividida en dos mitades iguales de manera que encajaran una con la otra con tal precisión que una vez unidas, la esfera quedara cerrada herméticamente; y en uno de los hemisferios añade una válvula que le permitiera acoplar su bomba de aire para crear el vacío en su interior y también permitiera de nuevo la entrada de aire cuando el la accionara.
Una vez fabricado el dispositivo, acude con el a Magdeburgo ante el emperador Fernando III y su corte para llevar a cabo al fin su experimento.
Ante tal audiencia, Otto muestra su balón de cobre en dos mitades y deja que el emperador y sus acólitos monten y desmonten la esfera, una vez mostrado el funcionamiento de enganche entre los dos hemisferios para que comprobaran que no había nada extraño, vuelve a juntar las mitades y con ayuda de su bomba de vació extrae el aire del interior, pide que traigan 16 caballos y que aten un grupo de 8 a cada hemisferio para que al azuzarles en direcciones opuestas, los caballos trataran de separar las dos partes de la esfera, cosa que resultó imposible.
Ante la atónita mirada de toda la corte, tras el experimento, Otto se acerca a la esfera y tras accionar la válvula separa las dos mitades sin el mínimo esfuerzo.
Es entonces cuando el que queda atónito es él al escuchar la respuesta de su publico, que ven lo ocurrido no como un experimento científico sino como un número sorprendente de magia.
Pasado el primer momento de frustración al comprender que no había sido capaz de conseguir que el publico entendiera los fundamentos del experimento, el histriónico Otto Von Guericke decide sacarle provecho a su nueva faceta y comienza a organizar actuaciones como si de un mago real se tratara e incluso crea nuevos espectáculos.
En otra demostración vació un gran cilindro de aire vertical provisto de un pistón al que ató nada menos que 50 cuerdas y se las ofreció 50 espectadores pidiendo que tirasen cada uno de la suya.
Cincuenta hombres sostuvieron las cuerdas atadas al pistón situado tras una gran polea y al sacar el aire del cilindro el pistón se hundió quedando los 50 hombres suspendidos en el aire.
Una vez más: ¡Magia!
Veinte años después, sus convecinos se sorprendían nuevamente con los poderes mágicos del alcalde cuando construyó un barómetro de agua en una de las paredes exteriores de su casa. Era un tubo de latón en su parte inferior y vidrio en la superior, de 9 metros de alto con una figura de un hombre en su interior.
Cuando el clima era agradable, a través del vidrio asomaba la cabeza la pequeña figura, la cual se refugiaba en el latón si se acercaba tormenta.
Ahora el mago era capaz de predecir el tiempo.
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yeah
2 de octubre de 2012, 18:52Publicar un comentario