Esa misma tarde consiguieron colarse en el aeropuerto José Martí de la Habana y corrieron por los campos adyacentes a la pista de aterrizaje hasta quedar a pocos metros de la misma esperando acurrucados entre la alta hierba a que arrancaran los motores del imponente Douglas DC-8, el vuelo 904 de Iberia, que enlazaba La Habana con Madrid sin escalas una vez por semana.
Su plan consistía en huir de Cuba volando a España. Pero a diferencia de los demás 143 pasajeros del vuelo 904 de Iberia, estos dos estudiantes no viajarían sentados en los cómodos asientos del interior del aparato, sino en los bajos del mismo. Armando Socarrás y Jorge Pérez embarcarían a través de los compartimentos del tren de aterrizaje.
"Sabíamos que los aviones comerciales de salida rodaban hasta el final de la pista, paraban momentáneamente antes de dar media vuelta y después aceleraban estruendosamente por la pista para despegar. Llevábamos zapatos con suela de goma para ayudarnos a trepar por las ruedas y cargábamos con cuerdas para asegurarnos a nosotros mismos dentro del compartimento para las ruedas. También habíamos tapado nuestros oídos con algodón como protección contra los alaridos de los cuatro motores. Ahora estábamos tendidos sudando de miedo mientras la enorme aeronave giraba sobre sí cambiando de postura, el avión despegaba aplastando la hierba de nuestro alrededor. “¡Vamos a correr!”, le grité a Jorge."
"Corrimos sobre la pista y esprintamos hacia las ruedas de la parte izquierda del avión momentáneamente parado. Cuando Jorge empezó a trepar por los neumáticos de 42 pulgadas de altura, vi que no había espacio suficiente para ambos en un solo compartimento. “¡Probaré en el otro lado¡”, grité. Rápidamente, trepé por las ruedas de la derecha, me agarré a una punta y, girando y retorciéndome, me empujé a mí mismo dentro del oscuro compartimento. El avión empezó a rodar inmediatamente y me agarré a alguna maquinaria para evitar caer. El estruendo de los motores casi me ensordece."
"Cuando empezamos a ser transportados por el aire, las enormes ruedas dobles, todavía ardiendo por el despegue, empezaron a plegarse en el compartimento. Intenté allanarme a mí mismo contra la cabecera, mientras se acercaban más y más entonces, desesperado, las empujé con mis pies. Pero presionaron fuertemente hacia arriba, apretándome aterradoramente contra el techo del compartimento.
Justo cuando sentía que iba a ser aplastado, las ruedas se bloquearon en su sitio con las puertas de la plataforma bajo ellas cerradas, hundiéndome en la oscuridad..."
El compartimento del tren de aterrizaje del avión en el que viajó durante 9 horas Armando Socarrás
Cuando los mecánicos del aeropuerto de Madrid abrieron los compartimentos para la inspección de rutina posterior al vuelo, con el avión ya detenido en la pista de estacionamiento, Armando Socarrás, en estado de semi-inconsciencia y con síntomas evidentes de congelación cayó desde el compartimento del tren de aterrizaje al duro asfalto de la pista.
Por desgracia su compañero, Jorge Pérez, había caído al vacío durante la aproximación a Madrid al desplegarse el tren de aterrizaje; su cuerpo se buscaría después durante días a lo largo del denominado "pasillo de entrada" al aeropuerto sin llegar a encontrarse.
José Rocha Lorenzana, un guardia de seguridad, fue el primero en llegar hasta la arrugada figura que yacía a las ruedas del avión.
"Cuando toqué sus ropas, estaban congeladas y tan endurecidas como si fueran de madera. Todo lo que hizo fue emitir un extraño sonido, como un gemido"Vestido solo con una ligera camisa y un pantalón, Socarrás había soportado temperaturas inferiores a -40ºC, la falta de oxigeno, y presiones atmosféricas de un cuarto de la que hay a nivel del mar, condiciones que provocaron su inconsciencia durante las casi nueve horas de viaje. Cualquiera de estos factores debería haberle causado la muerte.
Como polizón a una altura de 9.000 a 11.000 metros en un habitáculo no presurizado, Socarras había soportado condiciones que solo intuyen los más experimentados escaladores (el Everest, el pico más alto del mundo alcanza los 8.848 m). Pero además, cuando los alpinistas escalan esa cumbre, lo hacen poco a poco, pudiendo permanecer semanas en los distintos campos base a lo largo de la montaña para poder aclimatarse a la presión atmosférica decreciente y a la falta de oxigeno, y aun así, muchos se ven afectados por la hipoxia o "el mal de altura", un trastorno que puede llegar a causarles la muerte. Socarrás no tuvo oportunidad de aclimatarse, su avión se elevó a razón de 455 a 610 m/min.
Los desconcertados médicos solo pudieron explicarse la supervivencia de este hombre como un asombroso ejemplo de hibernación humana. Al descender la temperatura corporal se reduce también el consumo de oxigeno. Al parecer la temperatura de Socarrás se redujo justo lo adecuado. Sin llegar a congelarse, aminoró su consumo de oxigeno y consiguió sobrevivir casi milagrosamente.
Fuentes en internet:
-La noticia aquellos días fue primera página de los principales periódicos, y tenemos la suerte de poder acceder a la hemeroteca del periódico ABC en formato PDF: Portada, y artículo interior en páginas 41 y 42 del 5/06/1969
-Los extractos de la entrevista a Armando Socarrás están sacados de una página bastante conocida entre los pilotos y los aficionados al mundo de la aviación: Extracrew.com; pero necesitaréis estar registrados para poder ver el documento original; no obstante he encontrado replicas del mismo en páginas como esta
4 comentarios
alucinante
11 de enero de 2010, 19:02La historia se repite. Hoy 15 de Julio de 2011 un cubano ha aparecido muerto al abrirse el tren de aterrizaje de un iberia procedente de la habana en madrid.
14 de julio de 2011, 2:00Este no lo consiguió. Han pasado más de 40 años y la desesperación de estos muchachos no ha cambiado
bueno, pero no se cuenta la verdad completa, jorge perez blanco, tambien sobrevivio y vive aca en miami,,,su madre zenaida blanco era mi vecina en cuba, ella vive aun en diez de octubre,,,ella me conto sobre su hijo ,,,el siempre la ha ayudado economicamente, nunca regreso a cuba,,,,pero el vive tambien,
15 de julio de 2011, 2:15He de decir que el motivo por el cual se jugaron la vida armando socarrás y jorge no fué económico, sino político, por no compartir los intereses del régimen de fidel que por aquel entonces ya estaba fraguado. A pesar de que el hermano mayo de Armando Socarrás, fue escolta personal del Ché Guevara en columna nº8 de santa clara, creo recordar, Don Alexis Socarrás Ramirez, DEP.
20 de julio de 2011, 20:40Es fácil asociar a todos los inmigrantes cuabanos a la pobreza, como excusa, pero no todos emigran por falta de recursos, por desgracia la falta de libertad en Cuba es otra causa oculta en la emigración cubana.
Hablo con conocimiento de causa, aunque todavía a tengo el miedo inculcado del régimen, lo cual no me facilita dar mi identidad, pido perdón por ello. A pesar de que a penas estuve 10 años en la isla. Imaginesen lo duro que es esto... para toda la vida quedan esas secuelas. Entre dos mares de un cosmopolitan.
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